lunes, 30 de junio de 2008

Consideraciones sobre una carta en blanco.


Nadie debería morir sin mandar una carta en blanco, es la máxima expresión de la expresión; el vacío contiene todo. ¿Qué se le puede agregar al silencio?, ¿Qué se le puede reprochar? Hablo del silencio más radical, descontextualizado, (para el receptor), no del silencio que es todo una respuesta, una verdadera toma de posición.
Me entristece la amenaza de la mentira. Si me preguntas porqué voy a tener que mentirte. Tu pregunta va a ser un escándalo en mi teatro del silencio, el juego que yo juego. Si me preguntás voy a acotar el campo de esa infinitud que te ofrecí, y ahí empieza el lenguaje señores, en la delimitación. Voy a falsear todo con cualquier respuesta, y todo te va a quedar mucho más claro. No vas a entender nada, pero tu mente descansará en paz.
(Pobre víctima de mis espacios blancos)…
“entre lo dicho y hecho hay un largo trecho”, dicen, los que dicen la peor mentira. Lo dicho es hecho, no hay ningún puente, solo identidad. Sin embargo un extraño prejuicio me invade en este momento, como si en este gran conjunto de instantes que estoy siendo, creyera que las palabras tienen consecuencias más efímeras. Tal vez me ocurre porque se que las considerás blandas y efímeras, y no quiero desarmarte todo, disgregarte en trozos. No tomo distancia de las palabras, pero me reclamo como cuerpo, bendita corporeidad que soy, (y te ofrezco).