sábado, 14 de junio de 2008

Perez y La Maja.

(Viejos capítulos de una futura novela que probablemente jamás sean reunidos en una novela)

Capítulo I: En el teatro.
(Primera parte).
La cita había sido fijada a las ocho y media.

El viernes, a las 8:25 , cuando Perez llegaba a la plaza, pudo ver a La Maja sentada en un banco, debajo de un árbol amarillo, el único árbol que pertenecía al otoño en cualquier tiempo. Miles de hojas cubrían el suelo, crujían bajo sus pies. Ella llevaba un vestido celeste, idéntico al cielo, y el cabello enaltecido en la cumbre de su cabeza.

El viernes, a las 8:27, cuando Perez llegaba a la plaza, creyó ver a La Maja sentada en un banco, debajo del árbol amarillo.
Pero no había ningún árbol amarillo, porque en realidad era verano, y en lugar de las hojas, un césped verdísimo cubría el suelo, opacado por las sombras de la tarde que ya casi era noche.

El viernes, a las 8:30, cuando Perez estaba en la plaza, se sentaba en el banco vacío, donde imaginaba a La Maja con su vestido celeste. Entonces, a modo de consuelo, se unía a las huestes de Berkeley contra la materia, y se convencía de que la única realidad existente era la mental. Si no volvía a ver a La Maja, esa imagen celeste en el banco le bastaba. Con el tiempo todo de confunde deliciosamente, pensaba, con el tiempo esa imagen se convertiría en un recuerdo. ¿Y el presente?, en el presente no importaba que ella no estuviese allí, porque la visión había sido bellísima. Ahora Perez odiaba la materia, despreciaba la carne de La Maja, era un total repudio a su cuerpo, a todos los cuerpos. Pero sobre todas las cosas, odiaba que ella no estuviese allí realmente, y que su presencia se limitase a su mente.
El mundo bien podría ser como lo describe berkeley, pensó, pero el problema es que no creía realmente que así fuera.
Con cierto pesar se dirigió hacia el teatro.