lunes, 30 de junio de 2008

Imágenes reincidentes.


Hay algo que no se satisface, y no tiene pregunta.
Hueco existencial, sin modelo de respuesta.
Pero la presencia precede a la ausencia.
¿Qué es lo que estuvo pero ya no está?...

…Es el río de colores vivos, rodeado de arbustos pintados de verdes intensos, y aunque todo eso es solo una caricatura huele a tierra mojada, la misma que cubre mi paraíso terrenal.
En esa tierra corre un niño descalzo y feliz, de pantalones viejos que le rozan la mitad de la pantorrilla. Lleva una camisa a cuadros y un sombrero de paja que lo cubre del sol y…ay!, quiero describir todo, quiero que en estas palabras pueda apreciarse con intensidad el color celeste del cielo, (“celeste” es tan celeste…), y quiero decir que a ese niño no le importa ser niño.
Él manda mensajes en botellas, que son simplemente saludos, porque esta convencido de que eso solo basta para que la vida de quien reciba esa botella jamás vuelva a ser igual, y tiene la seguridad de que llegan porque no puede ser de otro modo, y espera con certeza que algún día llegue a él una botella, con una carta, y ese día sea mágico para siempre.
Él quiere lanzar puentes hacia el mundo, y cuenta con que de algún otro lado esos puentes se completen, y no es que se sienta solo, sino que simplemente sabe que cada acto de comunicación tiene infinito sentido, y transforma al universo de manera única. ¿Cómo sentirse solo?, pensaría si pensara sobre estas cosas, ¿Cómo sentirse solo entre tantos árboles a su alrededor, insectos entre sus pies, e inexplicable cantidad de estrellas sobre sus ojos?. Entonces el mundo basta, y es infinito, inexplicable, y no porque sea niño, sino porque es feliz, absolutamente feliz, y esto nada tiene que ver con que sea una caricatura.
Recuerdo y añoro ese tiempo y espacio, aunque jamás haya estado allí.

Es eso, en definitiva, lo que siempre vuelve bajo diversas formas. Es eso deformado a través del tiempo y la realidad efectiva. Es eso, más miles de perros corriendo por un campo infinito, eso más una bestia infernal tragando tu dolor y desapareciendo. Eso más mi cuerpo en un espacio amarillo, derritiéndose de amor por y para vos, amor palpable, que te cubre todo.
Siempre añoro tiempos tan remotos que jamás podrían haber existido, ahora sospecho que son futuros, y cobran en mí la forma de este deseo inefable y difuso, que pongo en estas pobres palabras, mientras la miro a ella dormir, que es mas linda que la luna, que es más bella que todas las lunas de todos los mundos. Entonces entre tanta confusión entre pasados y futuros, sé lo que quiero en este instante preciso: quiero ser como ella, quiero simplemente acostarme sobre esos arco-iris de algodón con un poco de tierra, y dormirme sabiendo que tengo tanto para dar, como ella.